lunes, 21 de marzo de 2011

La historia de Daniela Treneib - Capítulo 3 - El Reformatorio (1ºparte)



El reformatorio, re-for-ma-to-rio. Curiosamente lo que menos me gustaba de aquel sitio era su nombre.
Entré en aquel lugar con una bonita lista de cosas malas que una niña no debe hacer, entre otras cosas robo y agresión. Esos cerdos manipuladores mintieron de lo lindo para poder deshacerse de mí.
Recuerdo que sentí estupor cuando entré por esa gran puerta, y es que la fealdad de aquel edificio impresionaba.
El centro (así lo llamábamos) estaba dividido en dos zonas, femenina y masculina, sólo en algunas actividades y en los tiempos libres nos juntaban con los chicos.
Las habitaciones estaban compuestas por dos literas, un par de armarios y alguna silla. Tuve suerte, la habitación 87A tenía vistas al solar, por lo menos no tenia que despertar cada mañana viendo aquel grisáceo edificio.
A las únicas personas que escribí para informar de mi nuevo cambio fueron Tomás y su familia y a mi amiga Ada, tampoco había nadie más.
Con Ada me escribía habitualmente. Tomás y su mujer, y a veces su hijo Julio venían a visitarme, agradecía de verdad cada visita, pero no llegué a decirlo nunca.
Nada más llegar me dieron lo que sería mi segunda piel durante los siguientes años, un uniforme, gris, para no desentonar con la armonía del sitio.
Mis compañeras de habitación no eran malas del todo, por lo menos no conmigo, Susi, Nieves y Reme.
Al principio pasaba desapercibida, era una más, tenia que morderme la lengua a menudo callando ante injusticias tremendas tanto de alumnos como de profesores, pero no iba conmigo, no tenia porque interceder, no quería más líos. Pero como todo en mi vida eso empezó a cambiar.
En los eternos años que allí pasé, conocí a muchas personas, la mayoría no merecen ni una sola línea, pero de entre todos destacó para mi Cristóbal, o como al él le gustaba que le llamasen: Cris. Era un chico amanerado, dulce, servicial, sensible y sobretodo buen conversador.
Hicimos buenas migas desde el momento que coincidimos por primera vez, a pesar de su fragilidad, era un chico valiente, no le importaba mostrar lo que era y no usaba tapaderas, aunque su tendencia sexual le causaba problemas en más de una ocasión.
Usábamos cualquier momento libre para estar juntos. Encontramos un lugar tranquilo semi escondido donde solo había chismes y se podía acceder por una ventana, era nuestra guarida, allí nos echábamos algún cigarrillo que conseguíamos de vez en cuando y charlábamos tranquilamente. Él era diferente, siempre se reía de sí mismo, aparentaba más edad de la que tenía tanto por dentro como por fuera, había tenido una vida dura, pero a pesar de eso, siempre me hacía reír. Era un buen amigo.
Ocurrió un domingo, Cris y yo acabábamos de entrar a nuestra guarida, cuando oímos voces cercanas, estaban entrando a nuestro escondite. Cris y yo nos escondimos detrás de un viejo colchón. Eran cuatro, todos chicos, llevaban tiempo con ganas de pillar a Cris y nos habían seguido.

5 comentarios:

  1. te sigo, me gusta mucho tu historia, un beso

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  2. Gracias Angeles, yo también te sigo.

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  3. Genial me encanta, cosaas como estas m hacen volver a tener fe en la gente os sigo
    MariCruz

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  4. que xulo, cuando pnes +??? como puedo para q me salga el blog ?

    Albert

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  5. Hola Albert, gracias. ¿A que te refieres para que salga el blog? Si es como habitual, guardalo en la barra de arriba, copia y pégalo, y así no tendrás que buscar ningún enlace para entrar.

    Saludos!!

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