jueves, 14 de abril de 2011

La historia de Daniela Treneib - Capítulo 6 "Desde el cielo"

Julio me dejó en la dirección de aquel sobre, un nombre, un número y una calle, ese era todo el contenido de la maldita carta. Se empeñó en acompañarme, tenia miedo de que algo malo me pudiera pasar, yo no quise, le dije que me esperara en la calle.
Llamé a la puerta, la curiosidad me mataba.
Una señora de avanzada edad, a modo de secretaria me abrió la puerta. Llevaba los dientes pintados y de paso algo los labios de un color rojo, muy rojo.
-Buenos días, pregunto por Don Ángel Silvent.
-Sí, eres Daniela ¿verdad? Pasa, pasa preciosa, has tardado mucho en venir, siéntate enseguida te atenderá.
-Emm, gracias.
Mientras esperaba pensé en como esa mujer sabía mi nombre y porque me hablaba como si me conociera, ¿me esperaban? ¿Porque?
De pronto se abrió una puerta y empezó a salir mucho humo de tabaco y como si de un mago de tratase salió de entre la "niebla" un hombre de unos 60 años, ni muy alto ni muy bajo, con traje de chaqueta azul a rallas y una corbata rosita que a mi gusto era demasiado corta.
-Hola Daniela, por fin pasas por aquí, había llegado a pensar que no habías recibido mi carta o que no querías venir, pero no quise poner muchos datos en su contenido, por si acaso, ya sabes.
No, no sabia, pensé.
-Hola, si, bueno lo siento, he estado liada.
-Tranquila, sé donde estabas, entra, entra.
Dude, pero ya estaba allí y era más fuerte mi creciente curiosidad que mi desconfianza.
-Sé que está perdida ahora mismo.- Comenzó. -Pero pronto sabrás él porque de tanto misterio, mejor siéntate.-carraspeó y empezó a hablar.
-Estas aquí porque yo conocía a tu tía bastante bien, hace muchos años en este mismo despacho la vi por primera vez. Yo le llevaba los papeles y cuentas cuando tan joven quedó viuda, nos enamoramos y durante años fuimos amantes. Nuestra romance terminó porque decidí seguir con mi mujer, ella lo llevó mal, trementamente mal, tanto que se aisló del mundo y se fue a vivir al campo, yo siempre la quise mucho y nunca la olvidé, pero tenia una mujer, hijos... no podía abandonarlos, no podía darle lo que ella pedía.
A pesar de esto nunca terminé de desvincularme de ella, al menos la convencí para seguir llevándole los papeles y de paso poder visitarla alguna vez. Cuando tú llegaste a su vida, ella vino a verme para pedirme dos cosas: que no volviera a visitarla más y un favor.
Ella sabia que su salud era endeble y vulnerable, así que cuando aceptó criarte, aceptó una hija y con ello una heredera.
Legalmente hay otros parientes lejanos que podrían serlo, pero ella dejo dicho y escrito que tú y solo tú fueras la heredera de todas sus pertenencias, su casa del campo y unos buenos ahorros que te darán para vivir un tiempo.

Mi boca no podía estar más abierta, era demasiada información. ¿Heredera? ¿Yo?
-Pe pe pero...
-Tranquila, yo te ayudaré con todo, empieza leyendo esto.- Y me dio el testamento de mi tía. Cuando terminé de leerlo no pude parar de llorar durante un largo rato, sólo mi tía volvió hacerme llorar después de tanto tiempo.

Al cabo de un mes ya estaba instalada en casa, miles de recuerdos inundaron mi mente, todo estaba exactamente igual que cuando me fui, era increíble, como si nunca hubiera pasado el tiempo.
Julio no quería que me fuera a vivir tan lejos y alejada, quería que me quedara en su casa, yo no acepté de ninguna manera, bastantes cosas tenia Julio encima.
Ada vino a visitarme al poco de instalarme, habían pasado 6 años desde la última vez que nos vimos, fue genial volver a verla, seguía tan espectacular y bella como siempre, solo que ahora en cuerpo de mujer. Recordamos en nuestro reencuentro el día de nuestra despedida en el orfanato, entonces dos niñas hicieron una promesa, una promesa que nos unió y nos unirá siempre, la de la amistad eterna, fuerte y leal.
Ella trabajaba de camarera en una pequeña cafetería miestras estudiaba, me consiguió trabajo allí. Julio me llevaba todos los días al trabajo, al poco me compre una motocicleta, no podía abusar de su buena disposición.

Todos los días cuando Julio terminaba de trabajar venia a verme, un día después de cenar Julio me dijo que necesitaba decirme algo.
-Daniela estoy enamorado de ti, desde que estas en mi vida he vuelto a ser feliz.

Julio ha sido mi primer "todo", nunca antes había sentido algo así por nadie, hasta hacia poco los hombres no tenían importancia para mí, no los necesitaba, pero a Julio sí, él era el único hombre que me hacia sentir, el único que despertaba en mi la necesidad de amar y de sentirme mujer.
Después de esas palabras no hicieron falta más, nuestras pieles se unieron y nuestros labios se juntaron, era la primera vez mi boca besaba otra, era la primera vez que mi cuerpo se estremecía de la forma más real y bonita que jamás antes había conocido.
-Yo también te amo.

Y así, con él, fue pasando el tiempo, tres años después, el mismo día que cumplí 21 años, la madre de Julio falleció de un cáncer fulminante, apesar de lo que nos dijeran los médicos nosotros sabíamos que su madre habia muerto de pena. La peor enfermedad que hay, el peor cáncer. Fue otro golpe duro, pero no inesperado.
Entonces decidimos vivir juntos, Julio estaba muy triste y fue lo mejor, le convencí para que fuera él quien se instalara en mi casa, no quería separarme de esas paredes, de la tierra, del silencio, del aire puro. Él complaciente siempre, aceptó.
La vida era genial, Julio y yo nunca hemos necesitado mucho para ser felices, la simple compañía del otro ya era suficiente. Creamos nuestro mundo. Nuestro.

Un día hubo una tormenta terrible, que se llevó parte del viejo y vencido tejado. La casa era grande y estaba dividida en dos parte, nosotros por suerte habituábamos a usar la parte que no sufrío daños a penas.
Al día siguiente con la mañana clara, en calma, Julio y yo desayunamos y se fue a trabajar, yo tenia el día libre, antes de irse me dijo:
-Cuando regrese, empezaremos a plantear la obra y en unos días estará solucionado. No te precupes amor. Adiós guapa, te quiero.

Cuando quede sola, accedí a la parte afectada de la casa, era una buhardilla grande llena de muebles y chismes viejos. Parte del tejado y un trozo de pared había caido dentro aplastando la gran mayoría de ellos. Fue entonces cuando lo vi.

7 comentarios:

  1. que viste????? cada vez lo haces mejor, un abrazo, tocaya.

    ResponderEliminar
  2. joder q bueno acabo de conocer ese blog tendre q acerme una cuenta para seguiros , las historias son batante buenas
    son dos diferentes q no tienen q ver o es la misma, explicarm un pco q soy nuevo por aqui

    suerte q esto promete

    señor de las amapolas amarillas

    ResponderEliminar
  3. con cuenta de hotmail vale o tengo q hacerme otra cosa?

    señor de las amapolas amarillas

    ResponderEliminar
  4. Mm ¿Qué vio?
    Por cierto me pareció muy tierno cómo ambos se quieren:)

    Besos

    ResponderEliminar
  5. Nos quedamos siempre con ganas de más.

    Un gran abrazo a las dos escritoras.

    Marpín y La Rana

    ResponderEliminar