viernes, 18 de marzo de 2011

La historia de Daniela Treneib - Capítulo 2 - El comienzo del averno



Tomás llegó pitando en su mugrienta furgoneta como siempre. Salí corriendo y sin decir nada le abrace, como el que se agarra al borde de un precipicio para no caer al vacío, Tomás desconcertado me aparto tiernamente y me preguntó porque lloraba, realmente ni yo lo sabia, solo tenia miedo y me sentía sola, quería ver a mi tía y volver a nuestra rutina, sólo eso.
Tomás se encargo de todo una vez se entero que había pasado con mi tía, estuve con él, su mujer y su hijo Julio unos días hasta que los servicios sociales se hicieron cargo de mi. Recuerdo como si fuera hoy el día que me dijo que mi tía no volvería más, llore, llore y llore tanto que mis ojos se secaron para siempre, ese día mi corazón empezó a endurecer, era solo el comienzo de la roca que hoy tengo dentro de mi.
Me llevaron a un orfanato en el centro de la ciudad, al principio fue raro, apenas había tenido contacto con la gente y de repente vivía en un gran caserón rodeada de personas hasta para dormir.
En el orfanato no me fue mal del todo, hice una amiga, que hoy día sigue siéndolo, Ada, vanidosa y presumida,( y es que era y es guapa a rabiar) pero con una lealtad infinita y un buen corazón. Los profesores eran duros y la mayoría tenían las manos largas, pero no nos trataban mal del todo. La comida era asquerosa, eso sí.

Cuando estaba a punto de cumplir tres años en el orfanato me adoptó una familia, todo el mundo me dio la enhorabuena, Ada lloro bastante, yo no entendía ni una cosa ni la otra, al fin y al cabo era otro cambio más y no tenia demasiadas ganas.
Marcelo y María fueron mis padres adoptivos, y Alicia mi hermana política, y digo fueron porque solo estuve con ellos apenas dos años, Alicia me odio desde el primer día, ella tenía 13 años entonces, era mala, algo rellenita y poco agraciada la verdad, tenia el pelo como una bombona de butano y las orejas grandes y separadísimas. Siempre hacia trastadas y me echaba la culpa después, Marcelo me regalaba casi todas las semanas un par de palizas por su culpa.
Un día nos mandaron a comprar, cuando estábamos en la tienda, el dependiente tranquilo por la confianza que nos tenia entró un segundo al almacén, en ese momento y sin tiempo de reaccionar Alicia alargo su rechoncho cuerpo y cogió 5.000 ptas de la caja que el tendero había dejado entreabierta. Cuando salió nos despacho sin notar nada y salimos hacia casa, al llegar, María hablaba por teléfono, estaba roja, rojísima, al colgar nos pregunto por el dinero y Alicia sin darme tiempo reaccionar empezó a llorar y me culpó, lo negué, pero entonces metió la mano en mi abrigo y saco el dinero.
Estuve varios días sin poder ir al colegio, los suficientes para que los moratones desapareciesen, aunque lleve bastante más tiempo el brazo escayolado. El padre de la “bruja zanahoria” era un bestia.
No me queje, no llore, nunca dije que fue Alicia quien robo el dinero.
Una madrugada me levanté en silencio, debajo de la cama algo me esperaba, un bote de cristal guardaba unas 40 garrapatas y bastantes pulgas, en otro bote había pegamento extra fuerte. Entré en la habitación de Alicia, los bichos hicieron su trabajo en su cuerpo y el pegamento hizo el suyo en su pelo. Esa noche después de mucho tiempo me dormí sonriendo, aunque estuvo mucho mejor aquel despertar con los gritos de dolor de Alicia. Mereció la pena volver a llevar unos meses más la escayola.
Dos días después iba de camino a un reformatorio. Sonreía de nuevo.

Ángela

3 comentarios:

  1. Gracias JoseCn, no sabes lo que anima eso! Yo también sigo tu blog de pensamientos por segundo. Gracias por pasar y perder unos minutos en leer esto, un saludo,
    Ángela

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  2. Jaja, guay, pues a ver si estamos en contacto, que me ha molado lo que publicas en tu blog.
    Mis siguiente entrada será más en serio, alguna reflexión.
    A cuidarse!

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