miércoles, 11 de mayo de 2011

La Historia de Gonzalo 8º Capítulo "Un dia poco corriente"


Las siguientes semanas, no me fueron nada mal, seguí aprendiendo mucho en mi trabajo con el señor Lito, y con Sara parecía que la cosa iba bastante enserio, mis hermanos la conocieron, a Ángela le encantaba pasar ratos con ella, era como la hermana que siempre quiso tener, mi novia (todavía me sonaba raro llamarla de ese modo), la maquillaba, le traía ropa de cuando era pequeña, la ayudaba con los deberes (tanto, que sus notas mejoraron notablemente), se podría decir que tenían una relación perfecta. Sin embargo mi hermano Jorge no lograba ver lo mismo que nosotros veíamos en Sara, simplemente no le gustaba, y aunque su relación era cordial, no pasaba del saludo, y sinceramente eso me entristecía bastante. Siempre he necesitado su visto bueno, y de momento con mi chica, no lo tenía.
Podría decirse que mi vida comenzaba a ir bien, o mejor dicho, comenzaba a ir “normal”, si por supuesto descartamos la maleta de dinero y el “abandono” de mi padre.
El tío Claudio nos ayudaba todos los días, y se pasaba las horas haciendo llamadas para averiguar el paradero de su hermano. Llamó a mi madre (cosa que hasta ahora no nos habíamos atrevido a hacer) pero nunca cogía el teléfono.
Pues bien, hasta el momento, como he dicho antes, la cosa iba normal…hasta ese día.
Regresé al trabajo después de comer en un italiano que a Sara le encantaba, me senté en mi mesa, justo delante de la puerta, lo que todo el mundo llama recepción, y de repente entro por la puerta una chica joven (algún año menos que yo, al menos dos diría yo), era alta, pero no demasiado, y delgada…eso es todo lo que pude ver, pues entró al despacho de Lito sin tan siquiera saludar, iba echa una furia, pensé que sería otra de estas modelos a las que su representante promete demasiado para luego no cumplir ni la mitad y sacarles el dinero, mi jefe había resuelto varios casos de este tipo.
Pasaron unos minutos, en los que no se oía nada, y de repente escuche como la chica iba alzando progresivamente el tono de voz.
-Exijo respuestas, no me iré de aquí sin ellas ¿entiende?-Gritaba
-Señorita no creo que este sea el momento ni el lugar para eso, le ruego que se marche-Intentaba calmar mi jefe.
Modelo no sé si sería la chica, pero con su representante no era el enfado, desde luego que no, estaba cabreada con el señor Lito ¿Pero porqué? Mi jefe no parecía de aquellos tipos que se meten en líos, y dada su perfecta relación con su esposa, tampoco creo que fuera ninguna amante secreta.
A los pocos minutos, la chica “modelo” salió a toda pastilla.
-Adiós, disculpe las molestias, no suelo comportarme así habitualmente-Me dijo mientras salía sin tan siquiera girarse.
-No se preocupe señorita, ¿Necesita algo?-Pregunté.
Se paró-No gracias, y lo siento, de verdad-Me dijo, todavía entre sollozos.
Y justo cuando iba a salir, tropezó, cayendo con las dos rodillas en el suelo, y tirando mogollón de papeles que llevaba en la mano. Me apresure a levantarme para ayudarla, pero aparentemente estaba bien, pues estaba recogiendo del suelo todos los papeles, y procedí a ayudarla, habían cientos de cartas y también muchas fotos, sin querer la miré, y ella aparto la vista, sus ojos tenían algo que nunca antes había visto, no era el color y la forma, que por supuesto eran preciosos, sino lo que expresaban…era como si expresaran, aunque suene estúpido, lo mismo que los míos. Por un momento me olvidé de Sara, en pocos segundos me imaginaba con aquella chica guapa caminando de la mano, abrazándola, consolándola, como una buena amiga…Todo era fantasía, estaba claro que no acostumbraba a tratar con mujeres de mi misma edad, un poco de contacto con el otro sexo y mi imaginación se disparaba. Con mi novia no me pasaba eso, ella digamos que era, como más pequeña que yo, pero no más infantil, que va, ella tenía las cosas bien claras y era muy inteligente, lo que pasa es que no me daba vergüenza hablar con ella, me sentía, aunque suene ególatra, superior a ella mentalmente.
Nos pusimos en pie, y mientras le devolvía los papeles no pude evitar mirar la foto que predominaba el montón que sujetaban mis manos.
-No puede ser...este hombre… ¿De qué conoces a este hombre?-Pregunté, señalando en la foto a mi tío Claudio.
-No lo se, debe ser un error, aunque lo cierto es que no conozco a nadie-Me dijo, ya más calmada.
-Este es mi tío Claudio, estoy seguro-Respondí
Me quito el montón de las manos y se apresuró a irse.
-Adiós, y gracias-Dijo, al mismo tiempo que se marchaba.
-Espera, no te vayas así, tiene que haber una explicación-Le dije casi suplicando.
-Pues pídesela a tu jefe, el sí puede dártela-Contestó enfurecida.
-Oye, una cosa más, dime al menos cuál es tu nombre-Dije casi gritando, ya que se encontraba bastante lejos.
-Me llamo Daniela, Daniela Treneib-Me contestó sonriendo a la par que se giraba y me dedicaba una sonrisa.

viernes, 6 de mayo de 2011

La historia de Daniela Treneib - Capítulo 7 "Fotografías"

No sabía bien que era desde la distancia, pero algo importante debía contener. Era una caja fuerte muy antigua y extraña, al parecer debía llevar mucho tiempo incrustada en pared ahora ya vencida por la tormenta.
Estaba abierta, rota, tirada en el suelo, mirándome. De repente mi corazón empezó a latir al son de un raro nerviosismo que entonces no entendí.
Dentro de la caja había solo recuerdos a simple vista, fotos viejas, cartas, algunas joyas y una llave dorada cogida a un cordel de plata. Entonces, sentada bajo la luz clara del día que entraba por el tejado inexistente empecé con las fotos, las primeras eran de la infancia de mi tía, cumpleaños rodeados de gente que yo no conocía. Luego había varias de lo que parecía una ciudad extranjera, paisajes y monumentos bellos. En algunas salía solo mi tía. Y al poco salía abrazada a un hombre, rápidamente reconocí aquel perfil, era el de Ángel, amantes escondidos en una ciudad lejana. Se les veía felices, sentí pena.
Había una foto donde aparecían dos personas, mi tía y una mujer que aunque nunca la había visto supe de quien se trataba. Mis ojos, mis labios, mis orejas, la forma de mi figura, la expresión, todo, era yo sin serlo, esa mujer era mi madre no tuve duda alguna. Mi piel se erizó. Mis lágrimas mudas caían sobre las fotos. Era ella, ELLA.
Mi tía y mi madre eran cuñadas, ya que mi tía por lo que sé era hermana de mi padre. Al poco encontré otra foto similar, esta vez eran cuatro, Ángel, mi tía, mi madre y un hombre que la tenía por la cintura, debía ser mi padre, también me parecía mucho a él. Allí estaban sonriendo. Sonrisas.
-Y no me digo nada.- pensé. Ángel también conocía a mis padres. Eso era nuevo. Mucho para mí.
Cuando pude recuperarme del shock continúe con el registro de recuerdos. Cartas de amor, había muchas, de la relación que Ángel y mi tía habían llevado en secreto. Sé que eran personales y que no tenía derecho a leerlas pero sentí que tenía que hacerlo.
Después de varias de amor de Ángel hacía mi tía, una de ellas cambiaba totalmente el tono y cariño de las anteriores. Cartas que mi tía debía haber enviado y fueron devueltas por el remitente, le suplicaba a Ángel que no lo hiciera, que no tenía derecho. Le hablaba con una dureza y sequedad pasmosas. Pero en la carta no había referencia alguna de que se trataba. Luego había varias del estilo.
Y por último había una carta de mi padre. Era parca en palabras, le pedía que fuese a Francia a verles, que necesitaban un gran favor. Un favor. No era necesario ser muy inteligente para saber de que favor se trataba.

Cuando terminé, sin pensarlo me vestí rápidamente y salí de casa.

Llegue gritando fuera de mí a la oficina de Ángel, me debía muchas explicaciones. Ese hombre escondía más de lo que me había contado.
- ¡¡NO PIENSO MOVERME DE AQUÍ HASTA QUE ME EXPLIQUES DE QUE VA ESTA MIERDA!!
Y tirando las cartas y fotos sobre la mesa esperé su respuesta.